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Sector costero comprendido entre Gatico y Punta Guasilla

Otras denominaciones: 
Sector costero de Cobija
Localización: 
Antofagasta, Tocopilla, Tocopilla
Referencia Localización: 
Comprendido por el norte 22°30' y por el sur 22°33'
Categoría: 
Zonas Típicas
Tipología: 
  • Área Urbana

El sector costero de Cobija se encuentra ubicado entre las ciudades de Mejillones y Tocopilla, en la II Región de Antofagasta. El lugar, emplazado en pleno desierto costero, es una planicie litoral ubicada frente a una escarpada Cordillera de la Costa. Pese al escaso acceso a agua adecuada para el consumo humano, esta zona fue ocupada desde hace más de 10 mil de años por habitantes nativos dedicados a la caza y recolección de recursos marinos, que se establecieron en asentamientos transitorios con movilidad norte-sur en la costa. Investigaciones arqueológicas y paleontológicas estiman que durante el periodo Arcaico se comenzaron a construir estructuras habitacionales de argamasa con cenizas de alga y arena compactadas con agua de mar, bajo las cuales se han encontrado enterramientos humanos. La amplia distribución de estos yacimientos dio cuenta de una exitosa adaptación al territorio, que permitió el desarrollo de enclaves a lo largo de todo el litoral. Ya del periodo Formativo se ha documentado la presencia cementerios de alta visibilidad, con estructuras funerarias más elaboradas, de túmulos con cactáceas y esteras de fibra vegetal, tejidos y adornos cefálicos; calificadas como la extensión más meridional de la tradición de túmulos descubierta en Alto Ramírez en Arica. Se piensa que de esta época data también la habilitación de caminos para el tránsito entre la costa y las tierras altas de la región. Entre el formativo y los tiempos prehispánicos tardíos se ha reconocido una cultura marítima bien asentada, con saberes y tecnología especializada. Se ha propuesto que para entonces existía un uso extensivo de embarcaciones, que proporcionó a los nativos acceso a nuevos recursos; y se estima que fue durante esta época que comenzaron a desarrollarse intercambios de recursos con los pueblos andinos del interior, quienes proporcionaron alfarerías, productos agrarios, ganaderos y de recolección vegetal a la gente de la costa, a cambio de pescado y posiblemente algas y guano de aves para el abono de sus cultivos. Crónicas tempranas y restos de cerámicas han permitido documentar el dominio Inca sobre estas tierras en tiempos prehispánicos tardíos. Se ignora la valoración que pueden haberle dado a estas tierras, pero se cree que su interés pudo estar motivado por sus recursos, entre los que se encuentran metales preciosos y semipreciosos, y colores como la alcaparrosa, un óxido de fierro rojo obtenido de las conchas de locos, altamente valorado en la prehistoria regional para la confección de pinturas rupestres. Durante la conquista española la costa de Atacama surgió como un centro marginal para los intereses de la Corona, por su población de pescadores, sus abundantes recursos marinos, y en el caso de Cobija, por ser el vínculo con el tráfico de ultramar en la ruta de Potosí. El lugar fue un puerto alternativo frecuentado por corsarios y contrabandistas que buscaban burlar los intereses de la Corona, pues por su lejanía y difícil acceso, éste no estaba controlado por las entidades administrativas. Cobija como tal fue fundada en 1587, con el nombre de Santa María Magdalena de Cobija, con el fin de que sirviera de refugio a los marinos en este tramo de la costa particularmente inhóspito. Los hispanos sólo se asentaron de manera esporádica, aprovechando la abundancia de recursos, la habilidad de los pescadores y el sistema de rutas desarrollado con anterioridad para poder realizar intercambios. La Iglesia tuvo una importante influencia en la evangelización de los camanchacas, celebrándose las primeras misas durante la primera mitad del siglo XVII en la Iglesia de Cobija. Los primeros años de la naciente República de Bolivia motivaron la realización de importantes esfuerzos por desarrollar Cobija, por entonces la única salida al mar y contacto con el comercio exterior del nuevo país, con lo que el lugar pasó a tener una importancia estratégica. En 1825 se reconoció la caleta como pueblo bajo el nombre de La Mar, y se fundó el puerto mayor bajo la firma de Simón Bolivar. En 1829 el gobierno de Bolivia separó Atacama de Potosí, y diez años después, Atacama fue elevada a Departamento y dividida en dos provincias: La Mar en el litoral, y Atacama en el interior. Cobija conoció su época de oro. A mediados del siglo XIX el puerto recibió a cerca de 3 mil personas, y se habilitó y desarrolló una ciudad pequeña con todos sus servicios, entre ellos, caminos y postas, ejército, hospital, escuelas, correo y aduana, con sus respectivas construcciones. Se instaló un consulado de España y se desarrolló una arquitectura de vivienda republicana temprana aunque rudimentaria, para que fuera habitada por los funcionarios de estas instituciones. Se intensificó el tráfico terrestre y marino y Cobija se transformó en el puerto de llegada de todas las mercaderías de ultramar enviadas a Bolivia, y de salida de las exportaciones del país, aunque se continuó utilizando también el puerto de Arica en el litoral peruano. Las antiguas rutas prehispánicas que conectaban Cobija con el interior cobraron importancia. Se establecieron diversas casas comerciales donde se vendían artículos extranjeros y se iniciaron las primeras labores mineras de importancia, en toda la franja costera y en el interior, en las que se emplearon pescadores Changos dedicados antes a la pesca. Se instaló una planta desalinizadora de agua de mar, condición necesaria para un asentamiento más permanente, y a su puerto se allegaron una gran cantidad de viajeros y científicos de paso hacia Perú, Potosí, La Paz, Salta y Jujuy. Pero la falta de agua marcada por los pozos salobres y su larga y árida distancia con respecto a los centro bolivianos no facilitaron los esfuerzos del Gobierno. Pese al interés, la guerra, la competencia de otros puertos, sumadas a las desventajas naturales de esta localidad, conspiraron contra el despegue de la localidad. Hasta el último tercio del siglo XIX Cobija fue el principal puerto de la región; centro urbano y administrativo del litoral y único nexo con las tierras altas. Su protagonismo comenzó a ceder en la década de 1860, después de que se descubrieran nuevas minas de salitre y provincia boliviana se convirtiera en un distrito más significativo comercialmente. Poco tiempo después fue fundada la ciudad de Antofagasta, en el año 1868, que convertida en capital, terminó por desplazar a Cobija. Los años que vinieron dejaron al puerto prácticamente en ruinas. Una peste de fiebre amarilla en 1869 diezmó a su población y dos terremotos seguidos por dos maremotos, en 1868 y 1877, tuvieron efectos devastadores sobre las instalaciones urbanas y portuarias de la ciudad. El mar arrasó con familias completas y la mayor parte de los edificios se derrumbó, lo que puede apreciarse aún hoy en esta caleta, en donde la ruinas de adobe aún presentan imponentes alturas, pues nunca más se edificó en su lugar. Poco después, en 1879, las flotas chilenas encontraron a Bolivia sin defensas en Antofagasta, siendo tomadas Cobija y Tocopilla. Todos estos lugares finalmente quedarían anexados al territorio chileno al concluir la Guerra del Pacífico. Con los años, Cobija volvió a ser el hogar de los herederos de los Changos, cazadores y recolectores marinos que a lo largo de los tiempos se asentaron en este lugar. Pese a que el antiguo muelle y puerto desaparecieron, hoy Cobija tiene una sencilla caleta de pescadores, que coexiste con las ruinas de lo que fuera la antigua ciudad. Fue declarada Zona Típica en el año 1981 por ser un sitio arqueológico de extraordinario valor para el estudio del desarrollo de las sociedades costeras y su adaptación biológica y cultural a través de los tiempos. Se puede acceder a ella a través de la carretera del litoral que conecta la caleta con las ciudades de Antofagasta y Tocopilla. Referencias: Victoria Castro, Carlos Aldunate y Varinia Varela. Paisajes culturales de Cobija, Costa de Antofagasta, Chile. Revista de Antropología Nº26, 2do semestre 2012. Decreto 75 (1981)